lunes, 27 de diciembre de 2010

Conspiración: la teoría infaltable


Así en Argentina como en China, pasando obviamente por Venezuela, Bolivia o Ecuador, los gobiernos suelen plantear teorías de la conspiración, acusando a opositores y (especialmente) a los medios de comunicación, cada vez que se enfrentan a un tema complejo que no pueden resolver con la retórica.

Estos días en Argentina, donde los que no tienen acceso a la vivienda creen que pueden arrebatar espacios en comodato y han creado un enmarañado ambiente de violencia, el gobierno nacional se fue por la tangente, a través de declaraciones del  jefe de Gabinete, Aníbal Fernández, quien dejó grabado el sábado una reacción sobre los disturbios que dos días antes se dieron en la estación de trenes Constitución en la Capital Federal, tras una protesta gremial.

La grabación está dedicada a culpar y denunciar al también peronista Eduardo Duhale y a los medios como desestabilizadores de la democracia; situación calificada luego como “proceso para generar zozobra en la sociedad", según Florencio Randazzo, ministro del Interior.

Los dos calificativos - “desestabilización” y “crear zozobra” - son los que se usaron en forma reiterada como argumentos en las dos leyes reformadas por Hugo Chávez para censurar a los periodistas en sus medios y al público general en el internet.

Esta vez Fernández también se fue en contra de la izquierda. Su costumbre siempre estaba muy reservada a acusar de desestabilizadores a la derecha, a los radicales, a los peronistas que no son kirchneristas, a los oligarcas, empresarios o campesinos, y a los medios. Así que ahora ya no le quedan muchas posibilidades, a no ser que imite a Chávez endilgándole al imperio todos los males, una teoría infaltable en la retórica retrógrada.

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