domingo, 15 de agosto de 2010

Wikileaks, la verdad y la seguridad

Desde que hace un mes el sitio de internet Wikileaks, dedicado desde que abrió en 2006, a difundir documentos secretos, publicó unos 76 mil sobre EEUU y su involucramiento en la guerra de Afganistán, todo tipo de argumentos, a favor y en contra, sobre los derechos u obligaciones del sitio y sobre el papel de la prensa, respecto a temas tan complejos como la seguridad nacional, arreciaron en los medios de comunicación tradicionales, en las redes sociales y en el internet.
Hasta ahora nunca había habido tanto debate, tal vez porque estamos en una época de mayor interactividad y todo el mundo - como antes – no solo que piensa, sino que ahora tiene más posibilidades de expresar sus pensamientos.
Hay varios componentes en este caso que tienen que ver no solo con cuestiones legales, sino con la ética, desde que previamente un análisis sobre estos documentos fue expresado días antes de su publicación por The New York Times, The Guardian y Der Spiegel.
El gobierno estadounidense poco pudo hacer y seguramente intentará, además de proferir amenazas como las que hizo esta semana el Pentágono para evitar que Wikileaks difunda 15 mil documentos adicionales, entablar algún tipo de demanda para detener el sitio a que siga “poniendo el riesgo de personas en Afganistán”, así sean soldados, civiles, contratistas y la seguridad nacional.
Para EEUU no es una situación saludable, no solo por los documentos que debe trabar, sino porque siendo el país que clama por la liberación de internet y ha estado siempre renuente en los foros internacionales a que el internet sea regulado por los gobiernos, pudiera ahora correr el riesgo de tener que ponerse en el bando de los “malos”, aquellos gobiernos que buscan cualquier estrategia para imponer controles.
Es cierto que el tema de seguridad nacional es uno de los dilemas éticos a los que se debe enfrentar el periodismo toda vez que tiene que sacar los trapitos al sol, pero es también necesario que muchas veces los medios deben desafiar al sistema y a las leyes cuando hay informaciones que tienen mayor “interés común y social” que el de los propios gobiernos, que por naturaleza siempre tratarán de ocultar información o al menos mantenerla clasificada.
Nos podríamos imaginar que pasaría en situaciones similares con otros gobiernos que pasarían por la misma situación que EEUU. Chávez ya estaría hablando de conspiraciones promovidas por el imperio, Fidel de que esto es parte del embargo, los chinos acusando a los rusos y los coreanos del norte a los del sur.
El balance es difícil: verdad, seguridad nacional, derecho a publicar y deberes de no publicar.
Seguramente en los próximos días este tema tendrá nueva aristas cuando Wikileaks decida publicar el resto de los 15 mil documentos. Alago que a su creador, Assange, ya le valió que lo contraten diarios suecos como columnista.