Como nunca antes la libertad de culto – una garantía “sagrada” en toda Constitución moderna y bien arraigada en la estadounidense - había dividido a tantos políticos y ciudadanos en este país, desde que estalló la polémica sobre la construcción de una mezquita y un centro cultural islámico a pocas cuadras de Ground Zero, el lugar que ocupaban las Torres Gemelas antes de ser derribadas por los terroristas musulmanes el 11 de setiembre de 2001, también considerado como lugar “sagrado” o de reflexión.
Pero muchos no consideran que se trate de un problema de libertad de culto, sino más bien de respeto a la memoria de las víctimas, por más que el presidente Barack Obama haya respaldado la construcción argumentando que todo mundo tiene derecho a practicar su religión y tener sus templos, siempre y cuando no se contravengan leyes y ordenanzas locales.
Más allá de la división entre políticos a favor y en contra, simpatizo con los sentimientos de la mayoría, según varias encuestas, que consideran que construir la mezquita tan cerca de la Zona Cero es una ofensa. Es obvio que se necesita mayor educación para entender que el Islam no incentiva ni es refugio de terroristas, pero es comprensible los prejuicios que se han alimentado sobre esta religión después de que los terroristas de Setiembre 11 pertenecían a ella.
Creo que el responsable, el imán Feisal Abdul Rauf, debería tener más consideración con los sentimientos de la gente y entender que no se trata de un problema de libertad de culto. Pudiera levantar la mezquita a más cuadras de distancia o en otro barrio más alejado de la Zona Cero y de esa forma, lograr los dos objetivos: que los creyentes musulmanes tengan su lugar de oración y que los familiares de las víctimas y quienes estén afectados, se sientan respetados.
Si realmente el objetivo del imán es tener un espacio de reunión, contemplación y oración, no debería hacer del lugar el epicentro del debate y la división. Lo mejor para el Islam sería no incentivar mayores polémicas y sí contribuir, desde un lugar más apropiado, al ecumenismo religioso.
Para el Islam, comprender el sentimiento ajeno e incentivar el entendimiento hacia su propia filosofía, fortalecerá su imagen a largo plazo. Y ello es también una forma de apostar a la libertad de culto.
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