Está de más afirmar que el vacío y la desorientación son insuperables en esta etapa de subterráneo y oscuro dolor que no pasa. El reloj se detuvo. El tiempo no pasa. Daría lo que fuera para que sea octubre y se cerrara la herida. Los cuatro goles germanos siguen machacando la mente, uno por uno – con todos los detalles como si fuera un replay exacto e interminable mostrado por un un tv 3d incorporado en las neuronas y hasta con el sonido perenne de las vuvuzelas que no puedo bloquear. Malditos sentidos. Hasta recuerdo el sudor en las manos.
Apenas empezó el Copa del Mundo escribí mi columna “Mundial, agujero negro”, donde no sólo decía que todas las energías del mundo eran consumidas – en analogía con la astronomía - por este “agujero negro que todo lo consume”, sino que traté de descifrar las consecuencias que tendría el Mundial para cualquier fanático que no estuviera en las huestes del país que alzará la copa de oro el próximo domingo 11 de julio.
Y decía lo más importante sobre nosotros los fanáticos: “Varios técnicos saldrán expulsados hacia otras galaxias y a años luz de volver a dirigir, los jugadores quedarán exhaustos o insultados y los fanáticos, los más importantes, quedaremos con una sensación de vacío insuperable, desorientados, con cábalas que no funcionaron e imaginando mejores suertes”.
Subrayo lo de desorientación y vacío. Ayer fui un zombi. Mi mujer y mis hijos también. Nada pudo sacar de la mente lo que sucedió, siempre estuvo ahí martillando. ¡Maldito martillo!
No basta buscar el consuelo en el sufrimiento de otros, ni en el de hinchas argentinos desahuciados ni siquiera en el de otros brasileños dolidos. Nada duele ni desorienta más que la impotencia de no poder fabricar el propio destino. Los fanáticos no somos dueños ni responsables de ese destino y lo único que podemos hacer es dejar pasar el tiempo (¡pero no pasa!) y auto convencernos que de las grandes adversidades aparecen las grandes oportunidades. Pero por ahora ni siquiera creo en esta última frase que escribo.
7 comentarios:
Creo que los argentinos habian llenado ese vacio con la pancarta estupida que exhibieron antes del partido que decia DIOS ES ARGENTINO y mostraba la cara de Maradroga. Esa vulgaridad me hizo cambiar de equipo y desear que Alemania los pusiera en su lugar, cosa que hicieron cumplidamente. Cuando el ego domina a un pueblo, lo que da es lastima.
Lo que si quedo clarito es que el futbol europeo es superior, nuestras dos maximas esperanzas como son Brasil y Argentina, no solo fueron derrotados, fueron inferiores a Holanda y Alemania.
LO QUE SÍ ES INDISCUTIBLE: LE METIERON MAS GOLES A ARGENTINA EN UN SOLO PARTIDO QUE LOS QUE RECIBIÓ HONDURAS EN TODO EL MUNDIAL. AHÍ QUEDA ESO......
Lo que sí quedó claro es que Dios no es Argentino. Aunque perdedores y todo, Dios igual los quiere. Solo que tenía que darles una lección... de nuevo.
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