Volver a Washington siempre es bueno; aquí hice mis primeras andanzas periodísticas en los ochenta, me casé y nació Tomás, mi hijo mayor. Washington trae muchos recuerdos de juventud y tiene recovecos para seguir descubriendo. Es una ciudad hermosa.
En los primeros dos días pasaron cosas muy extrañas. La mejor, tal vez, haber estado justo el jueves en visita a la sala de Redacción del Washington Post, cuando se daba la noticia de que BP había logrado cerrar el pozo y detener, por ahora, el peor derrame de petróleo de la historia. Los televisores en el Post mostraban, en pantalla compartida, el antes y el después del petróleo fluyendo.
Y ayer, se disparó lo que es algo muy raro en esta zona del país, un temblor de 3.3 en la escala de Ritcher, que algunos sintieron bien tempranito, y que si bien despertó temas de charla durante el día, para algunos de los compañeros, como Julio Muñoz, chileno, y Bruce Brugman, californiano, se trató solo de un cosquilleo.
Tal vez lo mejor fue haber descubierto con ellos el bar del hotel The Willard, en plena avenida Pennsylvania a dos cuadras de la Casa Blanca, bien conocido porque es adonde se adjudica la etimología de la palabra lobbying. En 1870, el presidente de Estados Unidos, Ulises Grant, solía hacer algunas reuniones y tener cierto esparcimiento en este hotel que fue lugar de reunión clave para acuerdos de paz de la Guerra de Secesión.
Muchas personas querían saludar al Presidente o influenciarlo o reunirse con él, esperándolo en el looby de este hotel para tener una oportunidad de acercarse a él. De ahí parte la palabra lo~bbying, lo que en españols se conoce como cabildeo.
El bar, que todavía mantiene su mostrador redondo en el medio del espacio, está decorado con retratos de los políticos de la época del siglo XIX que lo frecuentaban y hasta pernotaban en ese hotel, como los presidentes Taylor, Fillmore, Pierce, Buchanan, Lincoln, Grant, Taft, Wilson, Coolidge and Harding. También los historiadores nombran a gente famosa de la época, como Buffalo Bill, Walt Whitman y Mark Twain, quien escribió dos libros en The Willard, ubicado a solo dos cuadras de la Casa Blanca, en la intersección de la Avenida Pensilvania y la Calle 14.
1 comentario:
Más pro-imperio no podía ser este comentario. Cómo quisieran los seudoizquierdosos echarse sus tragos en ese bar, aunque hablen pajas. Jejejeje...gracias por el dato. Espero tener chance de visitar el Willard muy pronto.
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