No se puede obviar que la liberación de siete presos políticos cubanos y sus familiares que llegaron esta mañana tiene una trascendencia descomunal en la historia actual de Cuba desde el punto de vista de la libertad individual. Sin embargo, lo que verdaderamente importa, la esencia misma de la libertad social, esa que en Cuba ha estado pisoteada por un régimen comunista y despótico, muestra que la excarcelación y el destierro forzado de los liberados no son más que un puro espejismo de la realidad.
El régimen cubano, ese del que ayer se burló, con una alta dosis de sarcasmo, cinismo y propaganda, de todo el mundo mostrando a un todavía lúcido Fidel Castro que a sus 83 años y como presidente del Partido Comunista, se dirigió a los cubanos en una Mesa Redonda televisiva para despotricar sobre una supuesta guerra nuclear entre Estados Unidos, Irán e Israel, pero evitando referirse a la noticia trascendente del destierro.
Cuba compra tiempo con esta liberación y buena imagen para neutralizar los ataques y las sanciones económicas impuestas por la Comunidad Europea. Nadie puede culpar que los presos políticos liberados – entre ellos seis periodistas independientes apresados desde la “primavera negra” de marzo de 2003 (Ricardo González Alfonso, Julio César Gálvez, Pablo Pacheco Ávila, José Luis García Paneque, Omar Ruiz Hernández y Léster Luis González Pentón) – de preferir el destierro a seguir pudriéndose en las cárceles; pero nadie se puede llamar a engaño, creyendo que el régimen cubano ha cambiado o ha optado por la libertad. Repito, se trata de un espejismo.
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