Me encuentro en la peligrosa ciudad de Tijuana en el norte de México a pasitos de San Diego, donde llegamos con un equipo de trabajo para reclamar justicia en los crímenes contra periodistas, un problema cada vez más agudo en el país, donde en los últimos 20 años 86 comunicadores fueron asesinados y 17 permanecen desaparecidos.
Ahora estamos en la sede del diario Frontera debatiendo con unos 25 periodistas de Tijuana y ciudades de los alrededores sobre cómo disminuir los riesgos cotidianos. Como siempre, aflora el tema de la corrupción de las instituciones y los carteles de la droga como elementos naturales de violencia en contra de los medios y periodistas.
El evento más importante de esta visita fue anoche cuando tuvimos la oportunidad de honrar la vida y memoria del periodista Francisco Ortiz Franco, asesinado hace seis años el 22 de junio de 2004, caso que todavía permanece en la impunidad.
Entregamos una placa de recordación a la viuda, Gabriela Ramírez y a sus hijos Francisco, Héctor y Andrea, tras lo cual dijo que “aún estamos esperando que se le haga justicia, que se castigue a los autores intelectuales y materiales de su muerte, esa justicia que solo sirve para adornar los discursos de los gobernantes pero que en la realidad no existe si la impunidad continua”.
A mi turno, anuncié que nuestra institución, la SIP, presentará el caso ante la Comisión Interamericana de Derechos Humanos sobre la base de un proceso judicial viciado, el hermético silencio de las autoridades federales sobre los procesos investigativos y la evidente violación de los plazos razonables para que el caso sea esclarecido.
Luego presentamos el documental “El crujir de las palabras”, realizado por los colegas y amigos Idalia Gómez y Darío Fritz, en el que se narra la vida y muerte de Ortiz Franco, así como un llamado de atención en contra de la impunidad y la espiral de violencia que afecta a la prensa mexicana.
Ortiz Franco fue co editor y fundador del semanario Zeta de Tijuana, un periódico que sufrió otras muertes y atentados. Ortiz Franco fue asesinado frente a dos de sus hijos cuando se disponía a encender su automóvil. Un encapuchado, presumiblemente del cartel de los Arellano Félix, le disparó cuatro tiros a quemarropa. Desde entonces, a pesar de la movilización inicial de las autoridades judiciales y del ministerio público, el caso fue tropezando con innumerables irregularidades y hoy permanece en total impunidad.
2 comentarios:
Sr. Trotti. Lo felicito por su tenacidad en defender a su gremio. Así debe ser. Sin embargo, sus muchos artículos sobre el tema solamente denuncian las muertes de periodistas, sin tratar el tema de fondo. Los crímenes contra los periodistas son una muestra de sociedades invadidas por la corrupción. Recordemos que los periodistas son parte de esas mismas sociedades. No los matan por su profesión, sino por que ellos se involucran en la vorágine del delito y muchas veces (no todas) los matan para acallar extorsiones. Mientras no se ataque el asunto en forma global, no pasará de simples denuncias.
Qué ironías Sr. Trotti; mientrás acusa a Venezuela y su Gobierno de violentar la Libertad de Expresión y según Usted, seguir un Modelo económico atrazado, se encuentra en el penoso deber de reconocer que en sociedades "SuperCapitalistas" como la Méxicana, si matan a los Periodistas por montón y violan las más mínimas libertades humanas......Igual pasa en Colombia, pero los medios sólo comunican los resultados electorales de un personaje que sólo indica el "Manejo a su Antojo" de los Estadounidenses... ¡ Qué cosas amigos... Qué ironía....!
Publicar un comentario