jueves, 24 de junio de 2010

Controlar la conversación

En la constante puja por establecer la agenda pública o controlar la conversación, son los medios de comunicación y los políticos consumados los que no se dan por vencidos con tal de “anotar un gol”, a pesar de que la atención en estos días de Mundial la tiene la FIFA que ha visto casi colapsar su página en el internet, así como Cristiano Ronaldo, el hombre más buscado en Google y quien ya suma unos cinco millones de “amigos” apenas debutó en Facebook.
Más allá del tema obligado del fútbol, son los políticos del continente los que están tratando de imponer la agenda pública, mediante frases de impacto, pegajosas y altisonantes, en un repulsivo ambiente de eterno período electoral.
Así, con un léxico de campaña por los votos, se escuchó esta semana a Barack Obama que le “patearía el trasero” a los ejecutivos de British Petroleum y que crearía un “plan de guerra” para contrarrestar el peor desastre ecológico de todos los tiempos, a cuyos efectos negativos comparó con “el ataque terrorista” de “Setiembre 11”. Como otros políticos, Obama busca que la resonancia en los medios le de legitimidad a sus palabras y, así, desviar la atención ante la ineficiencia y la falta de liderazgo que se le reclama a gritos y que está empezando a carcomer su popularidad.
Instalar la agenda no es fácil. Es que a diferencia de los medios, los mensajes de los políticos, para que prendan en el público, tienen que ser consecuentes con sus acciones. Por eso los problemas del presidente mexicano Felipe Calderón, cuyos discursos y estrategias sobre “seguridad pública” y “guerra contra el narcotráfico”, se ven cada semana contrarrestados por las más de cien víctimas y decenas de cabezas degolladas rodando por doquier.
Lo del presidente Alvaro Uribe es diferente. Esta semana demostró la concordancia entre lo que dice y hace, entre su política de seguridad democrática y el rescate de cuatro secuestrados en manos de las FARC. No solo reinstaló el tema de los rehenes y la guerrilla como en el 2008 tras la liberación de Ingrid Betancourt, sino además, disipó cualquier duda de que el candidato oficialista, Juan Manuel Santos, apabullará a Antanas Mockus en esta segunda vuelta electoral.
Pero no siempre el fenómeno de la “agenda setting” está enfocado en la coherencia entre tema y acción. Los medios, como caja de resonancia, suelen legitimar incoherencias, mentiras repetidas mil veces como decía el propagandista hitleriano Joseph Goebbels, o palabras bizarras que terminan siendo válidas por la jerarquía del interlocutor, así sea loco o cuerdo, maniático o narcisista.
En esta categoría entran Hugo Chávez y Rafael Correa. Ávidos y diestros en frases altisonantes capaces de crear los mejores titulares y despertar la réplica de sus víctimas; pero, al mismo tiempo, conscientes de las debilidades del poder político frente a los medios de comunicación para imponer la agenda social, optan por renegar de ellos; los desprestigian, asfixian y persiguen.
Convertida Venezuela, después de Cuba, en el país latinoamericano con más periodistas y políticos presos o exiliados, Chávez se ha perfeccionado en esta política de censurar y crear temas de conversación. Es un hombre de palabra cínica y teatral, pero peligroso, todo lo que promete lo cumple. Anuncia nacionalización y nacionaliza, expropiación y expropia, intervención e interviene, encarcelamientos y encarcela; y rotula a los medios de “objetivos militares”, y los cierra.
Globovisión es ahora su próximo objetivo, y seguirá degradando a la opinión pública hasta lograrlo, como lo hizo con RCTV, otros cinco canales y una treintena de radioemisoras. Chávez se confunde en creer que cerrando a la televisora o presionándole para cambiar su independiente línea editorial le bastará para controlar o manipular la agenda pública. Ni siquiera podrá hacerlo con su propia maquinaria de propaganda, porque otros medios independientes suplirán el espacio de Globovisión.
Estos días de fútbol se prestan para la manipulación de la agenda política, como el aprovechamiento de los tempraneros éxitos de la selección “albiceleste” por parte de la pareja presidencial argentina. Pero así como Cristina, su aliado Chávez, que pregona la “democracia socialista”, debería saber que para controlar la conversación no bastan frases rimbombantes, sino coherencia entre dichos y hechos.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Estos populistas creen ser los dioses del Olimpo, lo peor de todo es que sueñan con ser los libertadores de America, cuando lo que verdaderamente son una clara expresion de incapacidad, ignorancia y corrupcion. Los pueblos no se callan cerrando periodicos o compañias televisoras. Cuba no es un ejemplo para el resto de los paises del continente, tratar de imitarla, tal como el burro de America Chavez esta haciendo, no solo es una muestra de su total ignorancia, es tambien un claro sintoma de locura. Los pueblos no desean encarcelamiento, hambre y falta de articulos de primera necesidad, vivir bajo gobiernos totalitarios es como estar prisionero en una carcel gigante. Los pueblos aguantan, y se acobardan, pero si no abandonan su patria como lo hicieron los cubanos en los años sesentas del pasado siglo, tarde o temprano llegara el dia en que derrocaran a esos inmundos que apestan a azufre como Hugo Chavez y sus comprados aliados.

Hugo Mohón Chávez dijo...

Y qué de malo tiene el querer controlar la conversación? Hablemos claro y sin adornos. En los países de América Latina siempre de habla del PODER como objetivo de la política. Eso no es así en los paises civilizados. Entonces si de poder se trata hay que controlar al adversario y "no dejarlo coger piedras" como dicen en Venezuela. Yo estoy de acuerdo en que un dictador de verdad debe controlarlo todo. Medias tintas no sirven