viernes, 19 de junio de 2009

Padre Alberto: ¿Otra vez?

Me había prometido no escribir más sobre el padre Alberto Cutié. En realidad me había aburrido por seguir con una historia que parecía terminada y que solo estaba motivada por un auto escándalo interesado.

Dejé de lado hechos que ya no me parecieron relevantes, como su paso a la iglesia Episcopal y su casamiento por civil con Ruhama Buni Canellis, ahora su esposa, con quien tendrá su ceremonia religiosa y una fiesta en dos semanas y a la que mucha gente de la farándula local está invitada. Será una fiesta apoteósica y mediática, pagada por algún medio con una exclusiva. Esa siempre fue la vocación de este cura, muy alejado del voto austeridad.

Pero vale la pena escribir de nuevo sobre él y su esposa, porque pudiera ser que estamos ahora ante un escándalo real de proporciones judiciales, además de otro que varios periodistas en los canales de Miami dijeron explotaría la semana próxima, el que tendría que ver con relaciones amorosas y sexuales con protagonistas/os distintas/os a Ruhama. Veremos la semana próxima.

Por ahora, el flamante matrimonio ha sido demandado por un indocumentado oriundo de Indonesia de 44 años, Maxi Paulus Ratunuman, quien aduce ser anterior pareja de la esposa de Cutié.

El demandante también enjuició al Departamento de Policía de Biscayne Park por considerar que fue arrestado sin motivo el 6 de junio pasado mientras instalaba losas en la casa de un cliente. Ratunuman aduce haber vivido tres años con la actual esposa de Cutié, haberle ayudado a criar un hijo y haberle pagado la hipoteca de una casa que él compró pero que puso a nombre de ella por su condición de ilegal.

Según los abogados del demandante, considera que el padre Cutié traficó influencias con un policía amigo que lo arrestó ilegalmente, por lo que además esto abriría otro tipo de proceso contra Cutié, más allá de la compensación que se exige de unos U$S 15.000 “por angustia psicológica, pérdida de ingresos y capacidad de ingresos”.

Parece que el nuevo matrimonio Cutié no tendrá una boda tranquila. Veremos que sigue.