martes, 7 de abril de 2009

Chávez es Dios en Semana Santa

"Perdónalos Señor, que no saben lo que hacen”, parafraseó Hugo Chávez a los Santos Evangelios en su típico tono sarcástico para acusar a los obispos venezolanos que, con motivo de la Semana Santa, emitieron una carta pastoral llamando a terminar con la violencia y la impunidad y pidiendo mayor tolerancia y dejar de lado la polarización que divide al país.
Chávez trató de “inquisidores” a los obispos desde Pekín. “Esos – dijo – son los de la inquisición, de la oscurana, aquellos que han apoyado dictaduras", para agregar que “no representan la voluntad de la feligresía", asegurando que "aquí estamos construyendo el reino, y ese reino es el socialismo".
Tal como dije en el post anterior, no faltaba mucho para que Chávez saltara. Es que en su reino narcisista considera que todo aquel que emite una opinión y critica lo está haciendo en contra él, no viendo el interés del país sino el propio.
Los obispos no fueron realmente muy duros, tal vez el punto 4 de 7, fue el que más incomodó a Chávez, al expresar lo siguiente: “La promoción de un ambiente de aguda polarización política, la exclusión por causas ideológicas, la descalificación moral de los adversarios, la eliminación de una positiva descentralización y la creciente concentración de poder en el ejecutivo, deterioran el Estado de Derecho, despojan a las instancias nacionales, regionales y municipales de su legítima autonomía y ponen en grave riesgo de colapso el sistema democrático”.
De todas maneras, el resto de lo que estipula la carta pastoral no dejan de ser preocupaciones que los obispos prácticamente expresan con responsabilidad en todos los países latinoamericanos, con algunos matices diferentes.
“Nos preocupa hondamente - dice el punto 3 - cómo se ha apoderado la violencia y la inseguridad de todo el territorio nacional, derramando la sangre inocente de nuestro pueblo. A pesar de las medidas adoptadas, el hampa, los secuestradores, los sicarios, los narcotraficantes y los contrabandistas siguen actuando impunemente. Los indefensos pobladores de ciudades, campos y fronteras no saben a qué instancia acudir para conseguir protección eficaz. Tales atropellos son graves ofensas que claman al cielo y violan los derechos fundamentales de los ciudadanos.
“Exhortamos a todas las autoridades - dice el punto 5 reclamando la acción de la Justicia - a dejarse interpelar por los reclamos de los diversos sectores de nuestra sociedad, a pedirle a Dios que les ayude a ejercer sus graves responsabilidades con justicia, libertad de conciencia, honestidad y transparencia, a poner en el centro de sus actuaciones el respeto sagrado a la dignidad de la persona, sin dejarse arrastrar por intereses particulares o de una parcialidad. Los que ejercen el poder judicial, tienen la obligación de asegurarle a los detenidos, procesados y sentenciados, en cada fase del proceso, todas las garantías contempladas en la Constitución Nacional, particularmente los derechos al debido proceso, a la defensa ante sus jueces naturales y a un juicio imparcial”.
Obviamente, declaraciones así, para el Dios Chávez representan todo un sacrilegio.

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