lunes, 6 de octubre de 2008

La civilización del espectáculo

Mario Vargas Llosa dio hoy una conferencia magistral en la asamblea de la SIP en Madrid. Magistral realmente. Me hizo acordar a la que dio Gabriel García Márquez hace años en otra de nuestras asambleas en la que dio su discurso magistral “El mejor oficio del Mundo” en referencia al periodismo.

Hoy, Vargas Llosa en sus 40 minutos de charla con “La Civilización del Espectáculo” hizo una dura crítica sobre la banalización o trivialización de la cultura, con un análisis profundo sobre cómo nuestras costumbres, lo que hacemos, los que vemos, los decimos, lo que leemos, están basadas más sobre la cantidad que sobre la calidad.

Se paseó por el periodismo, los medios, la literatura, el teatro, el cine, las artes plásticas y criticó que la cultura actual está dominada por lo “light”, por el consumo y por la demanda del público, que, en definitiva, condiciona la creación y el mercado. El público está acostumbrado a hacer un mínimo esfuerzo intelectual.

Se refirió al vacío dejado por el valor de la crítica, espacio que ha ocupado la publicidad, disciplina que ejerce la influencia sobre las costumbres de la gente. “Se trata de la sustitución de las ideas por la imagen”.

En esa trivialización dijo que actualmente los modistos y los artistas han suplantado como eje del pensamiento a los filósofos y a los científicos de ayer. “Se ha llegado al eclipse del intelectual”. Dijo también que varios intelectuales se han desacreditado por apoyar dictaduras o regímenes que condujeron al Holocausto al Gulag.

“Tenemos ahora una literatura basura, por su carácter efímero”, refiriéndose a los best sellers que no tienen ideas ni profundidad, sólo cosas y artilugios para vender.
Sobre el cine dijo que se perdió la profundidad de gente como Bermann o Buñuel o se abrazó a los Woody Allen. Y de las artes plásticas se refirió al “carnaval del arte”, siendo muy crítico de artistas como Damien Hirst que hizo una broma poniendo un tiburón en formol por el cual se pagaron doce millones de dólares, con el mismo criterio que Dechamp hizo su aparición con un inodoro, pero que al menos este último había roto algunos esquemas.

Agregó sobre el arte que “la frivolización ha llegado a extremos alarmantes donde hay mínimos consensos sobre la estética porque ya no se puede definir lo que es el talento de lo que no lo es. Hay artistas embusteros que están revueltos con los artistas”.

No dejó de pegarle a la política. Se refirió a la banalización de los gestos ya que para el político la imagen es mucho más importante que la idea.
“La frivolidad – dijo – es tener una tabla de valores invertida. Todo es apariencia, teatro, juego, diversión”.

Sobre el periodismo fue profundo y mostró su disgusto por el sensacionalismo, por el auge de las revistas del corazón y lo audiovisual sobre el periodismo apegado a sus valores tradicionales como la verdad, el rigor, el respeto por la intimidad.
Por último, dijo sentirse pesimista, y metafóricamente hizo un llamado a dejar de lado la diversión, el entretenimiento o adular a las masas, sino mas bien a enfocarse en el drama, en el buen periodismo bueno y que apunte a contribuir con ideas y al bienestar del alma, no solo del cuerpo.

Pronto esa conferencia estará disponible. Para los periodistas es, como la que dio García Márquez, de lectura obligatoria.